espacio NIDO - huevaBLOG

 ¡Ya de vuelta! 🌸 Durante estas vacaciones he estado construyendo y trabajando mucho hacia dentro, tanto en procesos personales como en propuestas que he ido creando para compartir.  Spoiler: SE VIENEN NOVEDADES IMPORTANTES ¡Y me emociona taaaanto! Deseo que hayáis disfrutado del verano, seguimos compartiendo 💞

  Bajar a tierra todo aquello que se ha estado procesando, es la puerta hacia una nueva etapa 🫧

Cuando era adolescente, apareció en mi cabeza por primera vez, la frase de: "No sé jugar a este juego de la vida". Recuerdo que venía a mí cada vez que pasaba algo que no entendía, o que era diferente a lo que yo esperaba. Ya he tenido varias rendiciones como acto de fe, pero según continúo en esta práctica, entiendo menos con la lógica y me abro más con el corazón. Sin embargo, en ocasiones me viene una nueva frase: ¿Y si no tengo que hacer nada, entonces qué hago?  Hoy estuve pensando sobre esto, y llegué a la conclusión de que quiero ser semilla. He decidido sembrar y dejar que crezca o no el brote, abrirme a la experiencia de colocar aquello que pueda y sienta con amor, y estar presente en el proceso. Igual se juega así 🐥  

Como acto de fe.  

Es imposible pasar por la vida sin ser tocado, porque estamos vivos. Esto quiere decir que nos chocamos, nos caemos, nos rozamos, nos acariciamos… y por supuesto marcamos. A veces las marcas que nos quedan de una experiencia, se quedan en anécdotas o recuerdos, pero otras se hacen herida e incluso se nos enquistan. Es natural, es nuestra vulnerabilidad humana. Y podemos rechazar esta parte si queremos, porque no nos gusta, pero eso no hace que deje de estar presente, porque somos seres VIVOS. Hoy quiero enseñarte la herida de mi hueva, porque yo también tengo heridas, y porque la mejor forma de sanarlas (aunque nos acompañen siempre sus marcas, y esa sensibilidad especial al pasar sobre ellas), es dejándolas al descubierto, para que hagan costra y sigan su proceso natural ❤️‍🩹  

Para mí, sentir empoderamiento es poderoso como dice la palabra, porque conectas con tu esencia y tus dones; y es justo eso lo que hace que sea una sensación ligera, sin luchas, porque no es discutible. No se puede defender lo que ya es, tan solo porque ya está siendo, pero sí podemos compartirnos conscientes de todo lo que somos. Y la humildad nos ayuda, porque al mirarnos, somos capaces de mirar también al resto sin menospreciar su energía y sus dones, sabiendo que también son y que no es menos, independiente de nuestro juicio o moral. Porque sabemos que al igual que la nuestra, la esencia del otro está presente siempre, que ES más allá de sus procesos, pensamientos, sentimientos, acciones, o los nuestros en relación a ellos. Y esto es importante, porque igual es justo esa energía desafiante que tanto nos mueve a la lucha lo que nos guía para recolocarnos en esencia cuando nos creemos poderosos desde las alturas o sentimos al otro en ese lugar; y por tanto esta lucha APISONADORA la q

Es la forma que tenemos de ver con consciencia e intención, pero sin control. Se trata de ponernos al servicio para poder recibir aquello que tenga que llegarnos, sin juicios ni luchas, abiertos de corazón. Y es así porque sino no estamos mirando, estamos viendo lo que queremos ver, estamos manipulando la información para que sea como esperamos, y mientras, nos perdemos lo que hay. Porque cuando miras te paras a permitirte deleitarte con todo lo que sí hay disponible a tus ojos, a tu corazón, y a tu experiencia humana; porque todo eso, está ahí para ti 💫  

  Las emociones nos enseñan el camino: dónde sí, dónde no, cuándo, de qué manera, cuánto, a quién, hasta dónde y hasta cuándo… es decir, nuestra propia ruta (porque las emociones son nuestras). Este post es una invitación: a sentirlas, darles cabida, abrazarlas, honrarlas y ocuparnos. Porque “las emociones están ahí por algo”.

Hay estudios que dicen, que los bebés al nacer creen ser la misma cosa que su madre, porque la madre le nutre y le da todo lo que necesita para sobrevivir. Con el tiempo, el bebé va reconociendo necesidades que la madre no siempre es capaz de atender (porque es otro individuo). Cuando los bebés comienzan a desplazarse por sí mismos, empiezan a construir su individualidad. En la adolescencia, los jóvenes buscan grupos de música, ideologías, ropa... que represente un grupo para sentirse "parte de", ya que el sentido de pertenencia en sí mismo aún no se ha construido. "¿Quién soy? Y por tanto... ¿A quién pertenezco?" Cuando crecemos seguimos construyendo nuestro sentido de pertenencia, porque es difícil tenerlo 100% colocado: yo no soy mi grupo, o mi rol en mis grupos (familia, amigos, profesión en la sociedad...), yo soy de mí y por tanto a mí me pertenezco. Cuando liberamos la necesidad de pertenecer a cualquier grupo de cualquier nivel vincular, dejan de haber tensi

Esa parte de nosotros que se mantiene perenne, que sin adornos es joya, no depende de nada ni de nadie, es centro, se siente, de verdad, viva, es.  

  Este año he entrado deshaciéndome de TODAS las capas que me sobraban, y mi cuerpo no ha parado de pedir mantita y cama. Reconozco que he notado un montón de resistencias, especialmente desde el espacio mente, porque ya quería "estar bien" y ponerme en marcha. Me parecía pesado sentirme enferma desde diferentes lugares durante prácticamente todo el mes. Y la verdad, es que solo he podido recuperarme tras escuchar, y sentir todo lo que quería mostrarme, hacerme consciente de esta transición, aceptando que hay cosas que ya no pueden seguir al menos desde ahí, soltando, abrazando el proceso y sintiendo. Mudar la piel a veces duele, es incómodo, pero quita mucho mucho peso.

Esta viñeta es un apapacho para esas primeras veces: VALIENTES, INEXPERTAS, AUTÉNTICAS, MEJORABLES, SORPRENDENTES, CONFUSAS, INOCENTES, ÚNICAS... Repletas de ILUSIÓN y de MIEDO que dan el primer paso del resto ❤️  

Salir de la zona de confort da miedo. Porque aunque tengamos ganas de volar al mundo, explorar, compartirnos, arriesgarnos, hacer cambios… la incertidumbre nos asusta.  ¿Y si…? Se convierte de repente en nuestra pregunta favorita.  Sin embargo, el miedo no aparece para paralizarnos, para que nos quedemos dentro de nuestro cálido NIDO, sino para que busquemos seguridad fuera de él. El miedo nos cuida, por eso es importante que si tenemos miedo, lo abracemos, pero que volemos con él.